Si había un lugar preparado para la cuarentena, era Milton Keynes. Dos años antes de la pandemia, una empresa emergente llamada Starship Technologies desplegó una flotilla de robots rodantes para hacer entregas en la pequeña ciudad, ubicada a unos 80 kilómetros al noroeste de Londres.
Los robots achaparrados de seis ruedas trasladaban las compras de los supermercados y los pedidos de comida a las casas y oficinas. Tras la propagación del coronavirus, Starship hizo que la flotilla se concentrara aún más en las entregas de víveres a domicilio. Los lugareños como Emma Maslin pudieron comprar de la tienda de la esquina sin tener ningún tipo de contacto humano como lo son los robots industriales
Con un robot no hay ninguna interacción social”, dijo Maslin.
En años recientes ha habido empresas desde Silicon Valley hasta Somerville, Massachusetts, que han invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de todo, desde vehículos autónomos hasta robots para almacenes. La tecnología está mejorando a pasos agigantados. Los robots pueden ayudar con las entregas, el transporte, el reciclaje y la manufactura.
Sin embargo, incluso las tareas más sencillas, como la entrega robótica de productos a domicilio, siguen enfrentando dificultades técnicas y logísticas. Por ejemplo, los robots de Milton Keynes no pueden llevar más de dos bolsas del supermercado.
“No se pueden hacer compras grandes”, dijo Maslin. “No hacen entregas de las supertiendas”.
Una pandemia podrá aumentar la demanda, pero no cambiará lo que se puede movilizar, dijo Elliot Katz, director de Phantom Auto, una empresa emergente que ayuda a otras compañías a controlar vehículos autónomos de manera remota cuando encuentran situaciones en las que no pueden circular por sí solos.
“Las entregas de los bots repartidores a los humanos son limitadas”, señaló Katz. “Pero se debe empezar por algún lado”.
Los veteranos de la industria lo saben bien. Gabe Sibley, ingeniero y profesor que trabajó anteriormente en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por su sigla en inglés), lanzó Zippy en 2017, para hacer entregas en la acera. Pero la compañía de San Francisco rápidamente enfrentó desafíos. Los robots solo podían moverse el ritmo de una persona, a menos de 2 kilómetros por hora. Eso limita severamente el área de entrega, particularmente para la comida caliente, dijo Sibley.
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